Un oasis para el espíritu

Abd Al-Ahad
3 min readApr 1, 2023

Abd Al-Ahad

Prólogo de: RUBÉN DARÍO MAYA RESTREPO

Los amantes de la poesía deben seguir conociendo a otro escogido por las musas: Abd Al-Ahad, poeta de la estirpe de gentes que pueblan de allende los mares que llevan a la tierra donde crecen los cedros milenarios que ama y canta el gran Khalil Gibran.

El bardo, se acerca cauteloso y trae a mis manos un modesto cuaderno con un puñado de poemas sin título: unos de versos cortos y otros largos y profundos como lo es la introspección que guarda entre sus líneas. No hay que esperar a la siguiente estrofa para darse cuenta de las ideas y sentimientos cósmicos con colores metafísicos y fenomenológicos que describen con nitidez absoluta tanto a los objetos como al ser, y entonces encajarse un poco en ese mundo filosófico y literario del existencialismo sartreano.
El poeta trae de su mano, sin sutilezas, representaciones mitológicas abstraídas de la metafísica oriental que constituyen sólidos postulados de la cultura hindú, al hombre y su destino, en el que necesariamente expresa a gritos sus ansias de libertad al percibir que todo está dentro de sí. Esta poesía es cadente y armoniosa al entrar en la profundidad de la conciencia humana, que es la que conjuga el verbo y la palabra para convertirla en verdad o apenas en una triste quimera.

Jean-Paul Sartre, padre del existencialismo filosófico y literario, que exalta el humanismo, sostiene que el hombre está condenado a ser libre, pero debe cultivar su propio devenir, que decae cuando es abrumado por la angustia existencial que lo devasta al encontrarse frente a la realidad de pensar en la muerte, como alternativa final.
En su obra cumbre, La Náusea, Sartre nos plantea que la vida es una concatenación de experiencias que sólo conducen a la desesperanza de reconocer que el hombre existe en yuxtaposición con la nada, situación que lo coloca en una permanente y tortuosa melancolía que lo atormenta.
El filósofo existencialista francés definió su teoría, que resulta emocionante y terrorífica a la vez, así:

“No hay camino marcado que conduzca al hombre a su salvación; este debe inventar constantemente su propio camino. Pero para inventarlo es libre, responsable, no tiene excusas y en él reside toda esperanza”.

Así, en la corriente de este río sin desembocadura, evoco el grito de queja que escribiera mi padre, el poeta Boabdil Maya Zapata, como si quisiera explicar la fenomenología resguardado bajo el candelabro que iluminó su pluma sacada de entre el aroma del café en la cultural población caldense de la Salamina de los sesentas::

“Nacer para morir… Oh! lucha vana / si es que a la vida la alimenta un sueño / mas no por eso la ilusión lejana / quiere cegar en su febril empeño”.

Abd Al-Ahad nos sumerge de cabeza en esta forma de pensamiento, con una extraña insinuación de la lógica trascendental kantiana, claros visos ancestrales y temáticas incomprendidas por generaciones, para invitarnos a deshacernos de la dependencia racional que incesante busca explicaciones que nadie puede ofrecer, con composiciones poéticas de buen encaje literario en la construcción del verso, como los son: Dos Monarcas, Templo Divino, No Hay, El Perro de Sartre, entre otros, todos de excelente facturación dentro de los cánones de la poesía contemporánea.

Cada uno de ellos puede resultar para el lector, como él mismo se denominó: “una gota de agua que no deja de existir”. Podrá beber al poeta en cada verso, como se bebe en medio del desierto para calmar la sed del espíritu y saciar la mente divagante con auto cuestionamientos sobre lo que es importante para cada quien, a través de un hábil entrelazamiento de términos filosóficos con el mundo conocido, con la personificación de fenómenos psicológicos, con la evaluación de la naturaleza de la conciencia, imaginaciones sobre asuntos ontológicos tratados desde niveles inferiores creando relaciones entre lo cotidiano y lo sublime, y el superlativismo absoluto, como lo hace al escribir en Dos Ingenuos:

“Si se dejara de sentir amor, se condenaría a la creación estéril
Como se condena a la consciencia a la superveniencia lógica
Como se condenó la lógica a la subsistencia de la razón…”

Por ello, a este valioso cuaderno en borrador lo titulé UN OASIS PARA EL ESPÍRITU y me dio la libertad para presentarlo ante ustedes.

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Abd Al-Ahad

Abd Al-Ahad seudónimo de Abraham Elías Jattin Mangones. Nacido en la ciudad de Lorica, Córdoba, Colombia.