Luces espumeantes
Hermosa luz
que pasa entre pliegues de nubes blancas
ante mis ojos en destellos danzantes
Que simula suaves rizos espumeantes
del mar en la madrugada caribeña.
Dibuja reminiscencias
del carácter único de concebirme amado
por el que más
Recuerdos de un tiempo atrás
untado en la piel con tizne de leña
bajo la palma de un bohío
donde nací con fuego y cenizas
apaciguados con el aliento de tu sonrisa
contra las intenciones
de quien quiere verme atado.
No es cierto que mi cuerpo suscite
el impulso del deseo
para darle forma a esta consciencia
¡No te confundas!
En el fondo
viene a mí sin pretender
finalidad ni utilidad
Es la voluntad de la suprema inocencia
que tiene la justa intención
de refulgir el amor que buscas
en la profunda soledad
que vacía el corazón y hace menester
la paciencia, la cordura, el sosiego
para contemplar como otro
la propia personalidad.
Lo siento
Así como es sentirse el creador
de lo único que existe
Así como es sentirse
el dador de libertad
Así como aún siento las intenciones
en las palabras que no dijiste
silenciado por el fulgor de la idea triste
de convertir en tierra el cielo
para que otros no osaran soñar.
Estos pétalos translúcidos
de una flor inmensa
que nace bajo mis pies
Un loto sobre la tierra de Canaán
que consuela a quien sufre
las decadencias en el más acá
En tanto se hinca el cuerpo
en la espesura del egoísmo
queriendo sancionar como único juez
los resentimientos de hermanos
sin ser hermano de los hijos
y pretendiendo ser padre del papá.
Un instante súbito
de sumisión y humildad
es lo que ofrezco de mis manos
Con ello sabrás
que no vale la pena
agotar la vida en las propiedades
Que no das de lo que tienes
porque no hay nada que tener
Que te distrae de las prioridades querer perdonar
vicios de infieles que en la condena no logran sublimar
Porque sólo se da al necesitado
lo que se puede ser
al notar que no se recibe
del derecho de los ángeles la heredad.
Hice llover, de tajo
para que corrieras
bajo mi abrigo
Pero a veces las gotas
se cuelan por las heridas
para aliviar el corazón
Hice un subconsciente llamado
para ver llegar
a los menos distraídos:
Aquellos de mayor ruido
son campanas vibrantes
en un altillo
El manipulado es un badajo
inclinado por una mano servil
Quien sostiene la cuerda
está en lo más bajo
sin que sea conocido
por el que acciona el gatillo
en una guerra civil.
No es mi voz
la que debes escuchar
sino la palabra
del que sigo
No soy yo
cuando soy el que digo
Que la salvación del amor
no es terrenal
Que no hay inicio
y tampoco habrá final
ni para el hombre
ni para el hijo
Que para hacer milagros en otros
hay que destruirse a sí mismo
y ver entre nubes blancas
luces espumeantes
que los otros no verán.