Hoy desperté impecable
Hoy desperté impecable
La madrugada perdonó mi serenidad al abrir los ojos y tiró la daga que mantenía en mi cuello para no dejarme respirar.
Alguien se compadeció y esfumó las angustias de la guerra sobre un papel que ha guardado, tinta sobre tinta, palabras de perdón que no se convirtieron en misivas por vergüenza con los que tienen mejores opiniones sobre el mundo.
Los errores que he cometido por vivir, dejaron de escurrir sangre sobre mi alma, en constantes intentos de exiliarme de la casa donde vivo, para convencerme de que no me alcanzó la dignidad para la redención, mucho menos para hacer milagros en los demás.
Hoy me abordó la naturaleza, así como la luz abriga la sombra, para decirme que nada me pertenece, ni siquiera las razones que tuve para resistirme a la verdad, tampoco me han pertenecido los sueños ni sus vaticinios que me apartaron del risco donde vi el sufrimiento causado por no poderse rectificar.
No soy dueño de lo que pienso de ti, ni de las ganas de vivir bajo el agua que aveces me invade. No son mías las palabras ni el mensaje, por más que firme al pie en bajo relieve sobre el granito, porque tampoco son míos el cincel y la roca, ni los ojos que leerán para juzgar.
Hoy desperté impecable, porque siento que soy parte de ti en lo más profundo,
como lo es la intención al pensamiento,
el pensamiento a la decisión,
la razón a la acción,
los efectos a la intención.
Como lo eres tú al amor.
Soy tan tuyo que no me pertenezco.