Hombre de barro
Soy el hombre que abrió los ojos en medio de la nada, siendo de la nada yo también
Aquel que encendió el fuego para ver dentro de la cueva
Soy la sorpresa que me sacudió al percibir la soledad
Los latidos del miedo y la calma de la seguridad, al darme cuenta que no había nadie a quien temer
Soy el que duda, el que conoció el pasado porque no sabe a dónde va, el que camina sin la certeza de la partida.
Nada más hay en mi
Como el reflejo que no se puede proyectar a sí mismo, que no puede ser más que reflejo y se cuestiona porque no hay nadie enfrente
Aquel que turbó el silencio para pertenecer a todo cuanto habrá
Soy el que se castigó por no reconocerse
Aquel que permanece en la cueva con una antorcha, esperando por nadie
Como una idea trascendental que espera a la razón para prosperar
Soy la sombra sobre una pared perfecta, que no se toca
Soy el manduco que se forma en la tiniebla para atacar a los que se atreven a pensar
Aquel que lamenta sus reflexiones, sin poder detenerlas, el que decide lo contrario
El que lloró por primera vez cuando descubrió la dualidad, la vida, pero no la sangre
Soy el amor que se ignora y no se experimenta
Un hombre de barro