El perro de Sartre
El perro de Sartre ocupa el espacio que él no ocupa
Llegó allí por sí mismo
Aunque no fue su voluntad estar.
El perro persigue su cola
Alguna razón le impulsa
Aunque no es la misma razón que supone Sartre
que le observa y juzga.
El perro no reconoce su razón
no sabe que la posee
No cuestiona su existencia
Así que para Sartre es sólo un perro
que va feliz tras su propia cola
¿Beneficia la ignorancia al perro?
¿O atormenta al intelecto que desola?
La razón sin raciocinio
El raciocinio sin razón.
Prefiero no anteponer mi libertad
Cuando desconozco la totalidad de las opciones, mías y de los demás
Aunque pienso y existo
Termino siendo esclavo de mis decisiones bajo la influencia de las modalidades
Y acabo, aunque no quiera, perturbándoles la paz.
Prefiero no juzgar la apariencia
Cuando no soy yo la causa del contenido
Aunque las convenciones moldean silogismos
No alcanza mi voluntad a condicionar los efectos
A transmigrar los fenómenos no alcanzan mis sentidos.
Prefiero no asignarle maldad al caos, a la destrucción y a la muerte
Cuando no vislumbro el primer ni último eslabón de la cadena
Aunque limita la experiencia en vida al espíritu inmortal
Me dejo guiar en total despojo por el que nadie sabe
Lejos de la difusa realidad, cerca del pensamiento de la unidad.
Prefiero reconocer el potencial en la simplicidad
Cuando la existencia misma es una idea
Aunque la ciencia abdica ante el poder político del hombre maleable
Los fundamentos nacidos de falsas premisas: alimentos de la dialéctica discontinua
Terminan descubiertos en silencio por la insatisfacción de la mente sin mente
Porque depende lo que se piense, las cosas son lo que se dice de ellas y dejan de ser
Porque cualquier definición es franqueable ante la luz del que más pueda ver.
…