Creí que era tarde
Hace algún tiempo empecé a creer que llegué tarde
Desde entonces, me disculpo ante maestros y aprendices:
No sé lo que ustedes saben, tampoco lo que desconocen, les apasiona o les lastima
Tal vez podría cambiar en algo sus vidas si así fuera, tal vez no podría soportarlo si lo hiciera
Discúlpenme ustedes, por no dedicarles mi tiempo e intervenir en su destino.
Lamenté no darme cuenta de mis propias pasiones, de mis propias ausencias:
Creí que de haber sido diferente, habría estado en mejor posición en las conversaciones que propicio con desconocidos
Sólo para recibir bofetadas silenciosas de la ignorancia que hace conclusiones severas, para castigarme un poco más.
Discúlpenme por no agradecer oportunamente las lecciones que recibo.
Fatigué el reposo de la intensa jornada diaria
Tal vez para despreciarme como otros lo han hecho y no darme ilusiones de llegar a conocerme
Llegué tarde, creí, a la hamaca donde se reposan las ilusiones y se construye el futuro
Ahora, sus alcayatas parecen irritarse con mi ocio deliberado, cuando menosprecio el auspicio de los que dependen de mí
Discúlpenme por no extender la palma de mi mano.
Gasté principios que creí inagotables, para hacerme poderoso, en el sentido de poder enfrentarme valiente cara a cara con el creador
Me dio ventaja para saber si me podía burlar de las desgracias, distraerme con los deseos y convencerme de que estaba solo en una carrera sin meta de victoria.
Ahora que miro alrededor, me acompañan los que ya no pueden levantar sus pies, los que no oponen resistencia a las razones equivocadas, los que le hacen bien a mi propia vida cuando ellos mismos se aman.
Discúlpenme por tomar la ruta más larga para nuestro encuentro.
Creí que era tarde para escribir
Discúlpenme por no levantarme de la hamaca y por las migajas de poesías que no se declaman, ni son reclamadas para orar, ni para discernir.