Ahora, sólo tomo un descanso
Hay una melodía de flauta dulce en mi oído,
que me lleva por doquier
Es un llamado para despertarme de la realidad,
es también mi suave canción de cuna.
Visito mis recuerdos de vez en vez,
y exploro el mundo concedido sin asombro
Vivo deleitado en el entresueño,
sin anhelar la envidia,
ni la compasión de los sedentarios que, atrás, me ofrecieron compañía.
Suenan tambores:
Tu no sabes hasta dónde me llevarán mis pies,
que pisan caminos interiores guiados por una mano oculta
No conoces el mal del que me escondo
cuando sueño impartir justicia a los provocadores y a los inocentes
No llores por los que danzan con la música que destruye para renovar,
ese estruendo lo guarda mi corazón con la extraña intención de hacerme soberbio
Mas, no es para hacerte sufrir.
No me duelen las lágrimas que llueven las aflicciones
Tampoco me duele la realidad del mundo,
aunque no ignoro sus desgracias cuando las cruzo,
aunque yo mismo sea fruto de ellas.
Que no te asuste el sonido de la flauta
Que no te derrumbe la vibración de los tambores
Tarde o temprano, la arcilla de las obras se caerá a pedazos,
será así, para provecho de unos y la paz de muchos
Así será, hasta que se crea culminada la obra por el más ambicioso.
Pero ahora, sólo tomo un descanso.